*Publicado en Rioja2.com
«El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo con la ventaja de que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla». Ésta es una de las frases inmortales que dejó García Márquez para tatuarse en el alma a quien quisiera dedicarse a eso de abrir los ojos, sentir profundo y juntar letras. El presente artículo intentará rendirle homenaje (ni de lejos a su altura) así como también a la memoria de las pérdidas recientes de Rubin Carter y Tito Vilanova. Preparado para la pelea. Por la maestría de Gabo, por el puño de justicia de Huracán, por la sencillez humana de Tito.
En la esquina opuesta del ring se encuentra el gigante multiforme que domina la sociedad desde su posición privilegiada recibiendo los vítores del palco de directivos que presencian el combate dialéctico. Apostado enfrente él se coloca los guantes desmitificadores jaleado desde el gallinero. El resto habla y bebe cerveza. Suena la campana y empiezan los primeros golpes por parte del gigante con Mónica de Oriol hablando de bajar los salarios mínimos, Juan Roig invitando a trabajar como chinos o Javier Erro alabando los grandes beneficios de poseer la tarjeta de desempleo.
Aturdido, el ciudadano boxeador se recompone con un gancho de izquierda dispuesto a contar otro relato. Se dice con maquillaje que baja el paro (aunque se demuestre que sube) pero no detallan que se destruyen puestos laborales ni de cómo se ha precarizado el trabajo con contratos temporales de formación y con el descenso de los salarios. Bombardean con la cultura del esfuerzo y el emprendimiento quienes luego se meten cientos de miles de euros al año por estar en un consejo de administración. A la vez que aumenta la pobreza y la gente que no llega a fin de mes aún con empleo, se incrementa el número de multimillonarios. La culpa, eso sí, es de los informes de Cáritas.
La juventud es el futuro dicen. Salvo que te llames Ángel Carromero (mártir de la libertad en Cuba) y te embolses 50.000 euros anuales, lo que prolifera es la no remuneración de las prácticas porque es experiencia, el trabajo como si fuera voluntariado y el estar de prueba sin ver un real. Los trabajadores deben vivir del aire. También están los afortunados que algo sí que cobran. Son esas suculentas ofertas por las que un ingeniero percibe 450 euros con requisitos de jornada intensiva de trabajo y diez años de experiencia, un periodista autónomo escribe una media de 12 artículos a la semana a razón de unos 144 euros mensuales o un camarero casi triplica las 20 horas semanales recogidas en su contrato de tres meses por 500 euros al mes. A pesar de tanto número, detrás de ello hay personas. Que no le engañen. Esto es violencia.
Ese ataque lo encadena con un directo mortífero. El anuncio siguiente fue publicado en un periódico en 1816: «Se vende negra de 22 años. Sabe lavar, planchar, cocinar, servir adentro y coser. No tiene vicio ni enfermedad alguna. Su precio son 300 pesos. El que quiera comprarla que se vea con su ama». A continuación, casi doscientos años después, otro de hace no mucho en este país: «Se precisa manitas para una fonda a cambio de alojamiento. Trabajos de reparación, electricidad, pintura y fontanería. También se valorará experiencia en cocina. Abstenerse quien busca un trabajo retribuido. Enviar currículum con foto». Si es capaz, encuentre las diferencias como en los pasatiempos.
Sólo así se explica la proposición posterior encontrada en un portal de empleo: «Ofrezco trabajo de cuidados y acompañamiento a personas mayores o en discapacidad así como a niños huérfanos o ayuda a los quehaceres de la casa a cambio de alojamiento y comida con la opción de poder tener tiempo libre para estudios de grado el próximo período escolar». España 2014. Tiempos modernos, que escenificó a la perfección Chaplin. Esclavos del siglo XXI, que canta con rabia Evaristo. A pesar de tanto avance y tanta tecnología, hay cosas en la vida, por lo menos para algunos, que quizás no hayan cambiado tanto. KO.
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