*Publicado en Rioja2.com
*A Sonia, por ser algo que le debía pero, sobre todo, por su compromiso.
A Henar, por todo lo de estos últimos días pero, sobre todo, por dar la cara.
A Marta, por los momentos delicados pero, sobre todo, por la luz que desprende.
A Elena, por su terapia diaria pero, sobre todo, por la batalla codo a codo.
A mi madre, por aguantarme pero, sobre todo, por estar siempre.
Detrás de estas líneas no se encuentra quien acostumbra a hacerlo en este espacio. Este artículo lo escribe la exiliada, la discriminada, la explotada. Lo escribe la abuela que se sacrifica por el resto de la familia, la hermana estudiante en condiciones precarias, la madre de jornada laboral interminable dispuesta para el combate. Lo escribe el Día, la Mujer, la Trabajadora. 8 de marzo. Hoy no es jornada de celebración, hoy es fecha de lucha (como cada día pero hoy con especial ahínco). También por parte vuestra, hombres, que resultáis fundamentales en este embate porque esto no es algo sólo nuestro sino que también os incumbe. Mirar hacia otro lado es acomodarse ante la injusticia. Es por ello que ante un Gobierno medieval, toca exigir los derechos que nos corresponden, no una fiesta conformista de lacitos en el abrigo.
Lo primero es recordar a las que no están. En noviembre de 2013 se contabilizaban 703 mujeres asesinadas en España desde 2003 por sus parejas o exparejas (no significa esto que no haya casos de hombres pero es evidente que la mayoría son mujeres). Crudas, las cifras son muy crudas por no decir bochornosas, muestra de la sociedad patriarcal en la que vivimos. A Toni Cantó, diputado de UPyD experto en estadística, esto no le debió remover las entrañas lo suficiente al llegar a afirmar que “la mayor parte de las denuncias por violencia de género son falsas”. Más tarde se disculparía con la misma distinción que el Borbón. Nosotras, por nuestra parte, no olvidamos maltrato ni muerte alguna. Siempre estaréis en la memoria y seguiremos teniéndoos presentes porque no podemos permitirnos otra cosa. Porque fueron, somos. Porque somos, serán.
Tiempo para la actualidad. Cómo tendrá que ser la reforma de la Ley del Aborto que hasta alguien tan poco sospechosa de comunista y antisistema como Marine Le Pen se ha opuesto. Quienes animan tanto a la privatización y al emprendimiento luego son muy de lo público a la hora de legislar sobre la moral (los mismos que luego mienten en sede judicial sobre la compra de una sede) y sobre nuestros úteros. Nos da igual lo que digan los diferentes partidos que se oponen a ello, la jerarquía eclesiástica o el lobby ultraconservador, quienes se hacen llamar provida pero luego no se les ve aparecer con lo de Ceuta, los desahucios o los recortes en dependencia. Mientras sean fetos importan, luego ya se desentienden. ¿Qué más dará si se fomenta la clandestinidad pudiendo implementarse políticas de educación sexual y planificación familiar? Y es que, la cuestión no es aborto sí o aborto no. Es el derecho a decidir porque nuestro cuerpo es nuestro derecho.
No es sólo un tema concreto, son actitudes que se reproducen diariamente. Es la brecha salarial entre hombres y mujeres, es ejercer en multitud de casos como amas de casa como si nuestro sexo nos condicionara a ello, es cosificarnos a través de los anuncios publicitarios como si fuéramos objetos o tuviéramos un rol determinado de antemano, es ir por la calle y aguantar que nos radiografíen, es el lenguaje sexista que determina la manera de pensar… Para colmo tenemos que soportar a la de la relaxing cup of café con leche soltando perlas del tipo “la Cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa porque recibe los malos tratos sin rechistar”. Sí, las hay también que llevan el machismo incorporado de serie. Queda mucho por hacer en la consecución de una emancipación real. No se trata de ser Simone de Beauvoir, Angela Davis ni Pasionaria. Se trata de tener dignidad y pelear unidas por una igualdad efectiva.
No queremos tutelas sobre nuestro papel social, discriminaciones positivas ni legislaciones que nos pongan por encima de nadie. Lo que no queremos, en definitiva, es estar por debajo en una sociedad donde responsable políticos públicos intelectuales se permiten el lujo de decir que “las leyes son como las mujeres, están para violarlas”. Queráis o no queráis, quienes defendéis este sistema dominante nos tendréis enfrente alzando las voces al viento porque la revolución será feminista o no será. Lo importante de esta idea es que el violeta no se defiende sólo un día. Se defiende día tras día como Puyol (se va un ejemplo dentro y fuera del campo) defiende el escudo. Sólo así tendrán miedo de lo que representamos, que no es otra cosa que la libertad. “Sí, sí, están todo el día dale que dale y dale que dale con la libertad individual y ven un individuo libre y se cagan de miedo”. Easy rider. Nacidas para ser salvajes.