Hoy te has ido con la misma sencillez que siempre has predicado, sin ruido, sin circos, pero dejando una figura eterna ante la cual es imposible no apenarse o contener las lágrimas. Escucharte en directo fue una delicia para el cerebro. A partir de hoy los y las que te admiramos, que somos muchos y muchas pero deberíamos ser más, no podemos sino hacer que tu llama y pensamiento continúen siempre vivos.
Humilde. Crítico. Lúcido. Comprometido. Genio. Humano.
Gracias, simplemente, GRACIAS