Libertad de presión

Censorship2*Publicado en Rioja2.com

Aún perduran las heridas navideñas en forma de excesos y resfriados. También permanece el espíritu de afecto propio de esta época resultando la familia real el ejemplo más esplendoroso en lo que a amor se refiere ya sea en pareja destilando sentimientos como atenuantes o fuera de ella según lo que presuntamente podría ser la confirmación de una descendiente más. Primero hubo quienes se ventilaron la sacrosanta Constitución para reformarla en un fin de semana de verano y ahora es la indiscutible monarquía la que está en tela de juicio. Días grises para la esencia del 78.

Los Reyes con mayúscula, que contaron en Las Gaunas con la presencia de una alcaldesa que parecía una más en la corte quizás por aquello del año electoral, fueron más Magos que nunca trayendo a algunos gamberros una candidatura como regalo en lugar del merecido carbón. Superaron incluso el listón de 2013 cuando no dudaron en agasajar con una cesta navideña por su buen compartimiento a consejeros y directores generales del Gobierno de La Rioja. El único despiste que tuvieron entonces sus Majestades fue que se dejaron la etiqueta en los presentes: “Made in Lardero”.

Si el discurso de Felipe VI era esperado, el de Pedro Sanz tampoco se quedaba atrás. Sólo faltó un hashtag para promocionarlo y hubiera sido redondo. El resto lo tenía todo. Llevaba tantos matices incorporados que uno ya no sabía si era un mensaje navideño o se había iniciado la veda del marketing para las autonómicas. Cómo deben andar las cosas de revueltas por Duquesa de la Victoria para lanzar tal videoselfie de autobombo ante el miedo de lo que puede venir en mayo. En su defensa hay que decir que se acogió a algo de lo que se ha hablado mucho durante estos últimos días como es la cacareada y categórica libertad de expresión.

Es esta una semana propicia para hablar de ello ya que se conmemora a San Francisco de Sales, patrón de periodistas y escritores. Que nadie espere en este artículo un canto al aire a la libertad de empresa, digo, libertad de prensa. Eso queda para otros. El escribir, como la vida, requiere de una dosis de irreverencia. Resulta curioso que quienes dicen defender el innegociable derecho a la información expulsen luego a periodistas de su sede, corten las vías de financiación de lo que les resulta molesto o envíen órdenes cifradas en latín usando la publicidad institucional como elemento de control mediático. Eh, pero Je suis Charlie.

Tras el terrible atentado contra el semanario Charlie Hebdo, varios responsables de gobierno de diferentes partes del mundo acudieron a París a modo de solidaridad. Fue extraño que en ocasiones anteriores como los estudiantes asesinados en México, los descarnados ataques a Palestina o los muertos en Ceuta no se le viera el pelo a tan selecto grupo. Entre lo más granado se encontraban auténticos símbolos de la custodia del periodismo como Benjamin Netanyahu por parte de Israel o Ahmet Davutoglu por Turquía. Mariano Rajoy, cual cuadro de Delacroix, guiaba la movilización portando la bandera de la Ley Mordaza. Lo llaman libertad de expresión. Lo que en realidad quieren decir es libertad de presión.