En el nombre de la dignidad

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*Publicado en Rioja2.com

Una de la noche en la capital. La estampa la componen poco más que una lámpara pequeña, un ordenador portátil y unos auriculares que reproducen ‘Mi patria digna’. El Barça hace un par de horas que ha asaltado el Bernabéu y, a pesar del silencio, uno tiene la sensación de que Madrid resuena como nunca. Aún persiste el aroma a lucha. El sábado el combate era del de las grandes citas como el protagonizado en los cuadriláteros por Cassius Clay y Sonny Liston. Con su vitola de favorito, éste creía que tumbaría al primero pero acabó por ceder ante sus flotes de mariposa y sus picaduras de abeja. En los pesos pesados de la calle del 22M Liston fue el poder y Clay el pueblo.

Ya se sabe que en función de si viene el Papa o la manifestación es de los antisistema los números desde las instancias oficiales varían al alza o a la baja (a niveles insultantes incluso) pero fueron como mínimo un millón de personas los que se batieron el cobre con sus voces y su empeño exigiendo pan, techo y trabajo para todos. ¿Radicales? Sí, demócratas radicales. Esta vez la mayoría no era silenciosa, era el pueblo unido proveniente de todas las partes del país confluyendo para gritar basta. Basta de gobernar a favor de una minoría de privilegiados mientras el hambre y la miseria se instalan entre la población como algo natural. Fueron dos kilómetros y medio de paso lento por la cantidad de personas congregadas pero firme por el fuego interno de todos aquellos que se rebelaban ante un sistema injusto. Fue la decencia de la dignidad en movimiento por los que están, por los sueños de los que estarán y por la memoria de los que estuvieron.

En ese transcurso la manifestación tenía permiso de duración hasta las nueve de la noche en la Plaza de Colón pero parte de los agentes policiales, que debían ir con prisa para recogerse a cenar, decidieron a las ocho y media provocar su disolución entrando los antidisturbios en escena produciéndose las primeras cargas. Casualidades de la vida, los telediarios y los programas de debate nocturnos se afanaban en mostrar ante todo los incidentes. Lo de la manifestación multitudinaria y las razones de la misma convertidas en reivindicaciones por el paro, la pobreza, los recortes, los desahucios o la deuda ilegítima para qué tratarlo en profundidad. Tal cantidad de gente batallando por el centro de Madrid escocía y mucho. No podían permitirlo. En un movimiento orquestal esos episodios violentos del final fueron aprovechados pérfidamente para volver a criminalizar la protesta y tratar de desacreditar la esencia que llevó a su convocatoria. Hay miedo.

Es la historia de siempre pero no la que comentó Arbeloa al término del partido. Logroño también la conoce. Un ciudadano sabe lo que se juega cuando decide enfrentarse a un cuerpo de antidisturbios, cosa por la cual acabará casi con seguridad en un juzgado con una multa o una condena. Sin embargo, cuando esos mismos antidisturbios son quienes van más allá de sus funciones (acusaciones sin fundamento de prueba, cargas indiscriminadas, detenciones arbitrarias, negaciones a identificarse con el número de placa, abusos policiales en los calabozos…), disfrutan de una impunidad absoluta. Que en el seno del Cuerpo de Fuerzas y Seguridad del Estado hay quienes están hartos se ve cuando se manifiestan pidiendo perdón “por no poder detener a los mayores chorizos: políticos y banqueros”. Ahora bien, o se está de verdad con la ciudadanía o de guardia pretoriana del poder político y económico dominante siendo entonces enemigos del pueblo.

Toda la dignidad que representaron los manifestantes les faltó a Méndez y a Toxo, que no representan el honor de muchos de sus afiliados, al reunirse para dialogar a cuatro días del encuentro de las marchas con los mismos que han roto el contrato social mientras otros se dejaban el alma en la carretera. Qué decir del acusador Ignacio González, que lo mismo te relaciona con la ideología neonazi que con la extrema izquierda. Igual se confundió y en vez de Amanecer Dorado quiso decir Nuevas Generaciones vista la proliferación de chiquilladas por parte de sus miembros levantando el brazo derecho y fotografiándose con la bandera franquista. Por último, agradecer la gran labor llevada a cabo por el grueso de los medios de comunicación con su silencio o distorsión de la realidad. Por mucho título que se tenga, no estaría de más que unos cuantos (muchos por desgracia) consultaran un diccionario y recordaran el significado de la palabra periodismo.

Ya el domingo, con la producción de nuevas cargas así como actos en solidaridad de las personas detenidas, se anunciaba a la hora de comer el fallecimiento de Adolfo Suárez. El hombre de la Transición (la cual se ensalza cuasi mitológicamente apelando a la desmemoria), con todas sus luces y sombras, perecía simbólicamente como en un proceso inverso de trasladarnos de nuevo a la dictadura si es que alguna vez la democracia ha sido real. Ya no es Franco pero es la dictadura de los sin nombre la que decide el destino de buena parte de la humanidad como describió Viviane Forrester. Sin embargo, la ejemplaridad y la emoción del 22M ya están grabadas en la historia. “Ayer estaba indignada. Hoy estoy ilusionada” rezaba una pancarta. Es el sendero del empoderamiento para despojarnos de nuestros nombres de esclavo como Cassius Clay al vencer a Liston. No hay prohibición, manipulación o golpes que puedan detener a una ciudadanía en pie sabedora de que puede cambiarlo todo. Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.