Érase un 14N en Logroño

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*Publicado en Rioja2.com

Podría parecer éste el inicio de un cuento. Nada más lejos de la realidad. Por desgracia para la democracia, ésta es una historia verídica que tuvo lugar hace dos años. Quizás muchos de ustedes no la recuerden más que de manera borrosa porque ha habido quienes han tratado de borrarla selectivamente de la memoria colectiva con un artefacto similar al de ‘Independence Day’ tal y como ocurriera en ocasiones anteriores véase el accidente de metro de Valencia. Igual que en dicha tragedia, aquí también se reparten los papeles de responsables que se tratan de escabullir y de la criminalización de los más débiles. Si este relato ocupa esta columna, es precisamente para que no se olvide, para que no se pierda.

14 de noviembre de 2012. Aledaños del Palacete de Gobierno en Logroño. Fin de la jornada de huelga general. Un globo de pintura es lanzado al cuerpo policial durante la lectura del comunicado de la CNT, que llama a la calma públicamente durante tales hechos. A continuación se desata la tormenta sin previo aviso en forma de carga desproporcionada e injustificada hacia los manifestantes. Se caldea el ambiente con dicho detonante y empiezan a volar algunas piedras, por lo que se decide pasar a un arsenal mayor. Al uso no reglamentario de las porras, que dejan como balance dos heridos graves (uno con pérdida de visión parcial permanente  en un ojo y otro con un fuerte golpe en la nuca que estuvo ingresado varios días), se le añade el lanzamiento de pelotas de goma en horizontal saltándose el protocolo previsto para estos casos. Hay que retroceder a los años setenta con la huelga del sector metalúrgico para situarse en algo tan crudo en la ciudad. El pasado se hacía presente.

Lo peor, sin embargo, está por llegar. Durante los incidentes es golpeada y detenida una persona mientras mantiene levantada una pancarta de cartón, tal y como se puede comprobar en varios vídeos. Se le acusará posteriormente de desórdenes públicos, atentado con medio peligroso y lesiones. Pablo es llevado a dependencias policiales, donde pasará toda la noche. Jorge, compañero suyo, fue quien había hablado por el megáfono antes de que se precipitara todo. Sin estar presente en nada de lo que vendría después en Vara de Rey, se desplaza a su lugar de trabajo en el turno de noche en San Adrián, situado a 53 kilómetros de Logroño. A las siete de la mañana regresa a casa y a las tres horas le llaman para que hable con la abogada porque le están buscando. Se presenta en comisaría y le explican que tiene que ingresar allí. Le considerarán luego ser autor material de desórdenes públicos, inducción de atentado a agentes de la autoridad, de un delito de lesiones y de daños cualificados como si tuviese el don de la ubicuidad o fuese uno de los magos de ‘El truco final’.

Está claro que buena parte del Cuerpo Nacional de Policía es gente decente a quien le gustaría poner las esposas a los verdaderos delincuentes responsables de crear una fractura social donde unos pocos se bañan entre billetes mientras la mayoría es empobrecida cada vez más a ritmo galopante. Sin embargo, es inconcebible que en un Estado de Derecho, se permita que determinados efectivos policiales, siguiendo o no órdenes, se tomen el lujo de adoptar comportamientos antidemocráticos. Es terrible tener que escuchar de las voces de Pablo y Jorge cómo cuando éste último ingresa en prisión está marcado en rotulador la organización sindical a la que pertenece o la narración de los porrazos recibidos en la celda. El gran informe de la Delegación de Gobierno no recoge nada de esto en su versión de los hechos.

La petición de penas de cárcel a tres personas que suman 21 años en total y al menos 8 sanciones indiscriminadas sin prueba alguna de 2.800 euros cada una son las indignas medallas de Alberto Bretón, delegado del Gobierno en La Rioja, que podría tomar el ejemplo de otro tipo tan honorable en su partido como es Juan Cotino y seguir su camino para dimitir. Cuando uno ve a una madre coraje como la de Jorge, con todo lo que ha tenido que pasar, hablar con esa pasión y fuerza se le hace un nudo en la garganta mayor aún del que es capaz de provocar una persona de Nuevas Generaciones de La Rioja (otra chiquillada) al publicar en una red social que Teresa Romero, la enfermera del caso de ébola, “quiere sacar tajada”. Cuando uno ve la emoción de los abrazos y los besos entre compañeras y compañeros dispuestos a dejarse la piel por cambiar las cosas infiere que la palabra rendirse no entra en su diccionario. Y cuando uno ve, por último, el brillo de los ojos de Pablo y Jorge, que denota sus ganas de seguir luchando, entiende que si de algo va la vida es de mantener la integridad hasta el final.

En el nombre de la dignidad

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*Publicado en Rioja2.com

Una de la noche en la capital. La estampa la componen poco más que una lámpara pequeña, un ordenador portátil y unos auriculares que reproducen ‘Mi patria digna’. El Barça hace un par de horas que ha asaltado el Bernabéu y, a pesar del silencio, uno tiene la sensación de que Madrid resuena como nunca. Aún persiste el aroma a lucha. El sábado el combate era del de las grandes citas como el protagonizado en los cuadriláteros por Cassius Clay y Sonny Liston. Con su vitola de favorito, éste creía que tumbaría al primero pero acabó por ceder ante sus flotes de mariposa y sus picaduras de abeja. En los pesos pesados de la calle del 22M Liston fue el poder y Clay el pueblo.

Ya se sabe que en función de si viene el Papa o la manifestación es de los antisistema los números desde las instancias oficiales varían al alza o a la baja (a niveles insultantes incluso) pero fueron como mínimo un millón de personas los que se batieron el cobre con sus voces y su empeño exigiendo pan, techo y trabajo para todos. ¿Radicales? Sí, demócratas radicales. Esta vez la mayoría no era silenciosa, era el pueblo unido proveniente de todas las partes del país confluyendo para gritar basta. Basta de gobernar a favor de una minoría de privilegiados mientras el hambre y la miseria se instalan entre la población como algo natural. Fueron dos kilómetros y medio de paso lento por la cantidad de personas congregadas pero firme por el fuego interno de todos aquellos que se rebelaban ante un sistema injusto. Fue la decencia de la dignidad en movimiento por los que están, por los sueños de los que estarán y por la memoria de los que estuvieron.

En ese transcurso la manifestación tenía permiso de duración hasta las nueve de la noche en la Plaza de Colón pero parte de los agentes policiales, que debían ir con prisa para recogerse a cenar, decidieron a las ocho y media provocar su disolución entrando los antidisturbios en escena produciéndose las primeras cargas. Casualidades de la vida, los telediarios y los programas de debate nocturnos se afanaban en mostrar ante todo los incidentes. Lo de la manifestación multitudinaria y las razones de la misma convertidas en reivindicaciones por el paro, la pobreza, los recortes, los desahucios o la deuda ilegítima para qué tratarlo en profundidad. Tal cantidad de gente batallando por el centro de Madrid escocía y mucho. No podían permitirlo. En un movimiento orquestal esos episodios violentos del final fueron aprovechados pérfidamente para volver a criminalizar la protesta y tratar de desacreditar la esencia que llevó a su convocatoria. Hay miedo.

Es la historia de siempre pero no la que comentó Arbeloa al término del partido. Logroño también la conoce. Un ciudadano sabe lo que se juega cuando decide enfrentarse a un cuerpo de antidisturbios, cosa por la cual acabará casi con seguridad en un juzgado con una multa o una condena. Sin embargo, cuando esos mismos antidisturbios son quienes van más allá de sus funciones (acusaciones sin fundamento de prueba, cargas indiscriminadas, detenciones arbitrarias, negaciones a identificarse con el número de placa, abusos policiales en los calabozos…), disfrutan de una impunidad absoluta. Que en el seno del Cuerpo de Fuerzas y Seguridad del Estado hay quienes están hartos se ve cuando se manifiestan pidiendo perdón “por no poder detener a los mayores chorizos: políticos y banqueros”. Ahora bien, o se está de verdad con la ciudadanía o de guardia pretoriana del poder político y económico dominante siendo entonces enemigos del pueblo.

Toda la dignidad que representaron los manifestantes les faltó a Méndez y a Toxo, que no representan el honor de muchos de sus afiliados, al reunirse para dialogar a cuatro días del encuentro de las marchas con los mismos que han roto el contrato social mientras otros se dejaban el alma en la carretera. Qué decir del acusador Ignacio González, que lo mismo te relaciona con la ideología neonazi que con la extrema izquierda. Igual se confundió y en vez de Amanecer Dorado quiso decir Nuevas Generaciones vista la proliferación de chiquilladas por parte de sus miembros levantando el brazo derecho y fotografiándose con la bandera franquista. Por último, agradecer la gran labor llevada a cabo por el grueso de los medios de comunicación con su silencio o distorsión de la realidad. Por mucho título que se tenga, no estaría de más que unos cuantos (muchos por desgracia) consultaran un diccionario y recordaran el significado de la palabra periodismo.

Ya el domingo, con la producción de nuevas cargas así como actos en solidaridad de las personas detenidas, se anunciaba a la hora de comer el fallecimiento de Adolfo Suárez. El hombre de la Transición (la cual se ensalza cuasi mitológicamente apelando a la desmemoria), con todas sus luces y sombras, perecía simbólicamente como en un proceso inverso de trasladarnos de nuevo a la dictadura si es que alguna vez la democracia ha sido real. Ya no es Franco pero es la dictadura de los sin nombre la que decide el destino de buena parte de la humanidad como describió Viviane Forrester. Sin embargo, la ejemplaridad y la emoción del 22M ya están grabadas en la historia. “Ayer estaba indignada. Hoy estoy ilusionada” rezaba una pancarta. Es el sendero del empoderamiento para despojarnos de nuestros nombres de esclavo como Cassius Clay al vencer a Liston. No hay prohibición, manipulación o golpes que puedan detener a una ciudadanía en pie sabedora de que puede cambiarlo todo. Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.

El silencio de la ley mordaza

Por su nombre tiene cierto aire de reminiscencia a aquella Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad. Bajo ese florido nombre se ocultaba la consagración el pago de la deuda y sus intereses a los bancos por encima de mantener un hospital, un colegio o cualquier otra prestación social. Ahora se llama Ley de Seguridad Ciudadana y lo cierto es que de seguridad para la población y carácter ciudadano tiene bien poco. La única verdad que se desprendería de ella es que, efectivamente, va a ser ley. Dicho borrador legislativo será debatido en la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios (próximamente será llevado previsiblemente al Consejo de Ministros el anteproyecto de Ley Orgánica) para acabar posteriormente con su consiguiente aprobación. Ésta vendrá a sustituir a la conocida como ‘ley Corcuera’, que tampoco es que fuera moco de pavo, aumentando las infracciones tipificadas de 39 a 55 así como endureciendo el castigo de las mismas con multas de hasta 600.000 euros. Sí, no he añadido ningún cero por error. 600.000 euros. No es de extrañar que por ello se haya ganado ya el cariñoso apelativo de la “ley de la patada en la boca a la democracia”.

Esta iniciativa, que ya ha sido aplaudida por el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, recoge como infracciones muy graves (multadas con entre 30.001 euros hasta los 600.000 ya comentados) actos como concentrarse o reunirse sin comunicación previa o con prohibición ante las Cortes estatales o autonómicas, usar las redes sociales para este tipo de convocatorias, la grabación y difusión de imágenes de agentes de las fuerzas de seguridad en el ejercicio de su trabajo durante las intervenciones policiales correspondientes durante las manifestaciones (se ve que el vídeo difundido sobre la paliza de varios Mossos d’Esquadra a Juan Andrés Benítez en plena calle en Barcelona, la cual le llevaría a la muerte, ha hecho daño) o los escraches a cargos públicos. Acciones como éstas, sin embargo, han sido en ocasiones archivadas por parte de varios jueces y no han constituido merecimiento de sanción ni pena alguna. Dentro de no mucho estará tipificado como ley, lo cual se venderá a la población como la última innovación en materia de seguridad. Sí, por la suya. Por la seguridad de que no se les plantee molestia alguna a aquéllos y aquéllas que pertenecen a esa élite extractiva política y económica que se hace llamar demócrata pero que presenta este anteproyecto de catadura moral cínica y de dignidad ínfima. Así, dirán que hay que atenerse a la legalidad pero “nada hay tan anárquico como el poder”, que diría el Marqués de Sade.

Es la represión y la criminalización hecha ley (aún más si cabe) a través de una dictadura a base de decreto. Es un ataque cristalino a la separación de poderes si es que aquí alguna vez ha existido tal cosa. Es algo que atenta contra el derecho de reunión recogido en la Constitución, para la cual exigen su riguroso cumplimiento o la trituran según les venga en gana. Es la plasmación del diseño contra quienes luchan por cambiar un sistema podrido hasta la médula, contra el 15M, contra la PAH, contra las mareas, contra quienes están en las calles, contra los y las de abajo. Esto se está planteando en un contexto en el que al senador del Partido Popular, Francisco Granados, el cacique del chalet de Valdemoro (cómo me suena esa historia de algo parecido en La Rioja), la petición de la Fiscalía de cinco años de cárcel para los activistas acusados de lanzar un tartazo a Yolanda Barcina, la presidenta de Navarra, le parece poco: “De eso al tiro en la nuca va un paso, un camino muy estrecho”. Debe ser por la especial dureza del merengue francés. Mientras para estas personas la Fiscalía pide cinco años, es la misma Fiscalía la que se opone a la imputación de la Infanta Cristina. Es la justicia que se ceba con unos pero que no investiga o no condena de la misma manera los crímenes del franquismo, el terrorismo de Estado de los GAL, el caso Prestige, el accidente del metro de Valencia, la trama Gürtel, los ERE’s falsos, la estafa de Bankia… Es la justicia de los pobres y la justicia de los ricos.

Intrigado por qué es lo que pensaba sobre este anteproyecto legislativo gente de las propias juventudes del Partido Popular, me decidí a preguntarles. “Pues hombre, siempre que no coacciones, no acoses, respetes el mobiliario…cosas normales en cualquier país civilizado, no tendrás problemas” afirmó uno de ellos en la red encarnando a la perfección lo que Allende calificó que representaban los jóvenes viejos. Ya que dicha persona sacó su arsenal, tocaba responder, qué menos, con munición: “En cualquier país civilizado buena parte de la cúpula del PP estaría en la cárcel”. Se trata de que no impongan su discurso. Multas y no amnistías fiscales para quienes defraudan, multas y no indultos para los corruptos, multas y no indemnizaciones y sueldos (y sobresueldos) millonarios para quienes arruinan. Diga lo que diga esta Ley de Seguridad Ciudadana (algo estarán haciendo bien los de abajo si se pretende endurecer de tal modo la protesta), según nuestra condición precisamente de ciudadanos y ciudadanas también estamos amparados al supremo recurso de rebelión contra la tiranía y la opresión, tal y como se recoge en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Su indecencia e indignidad no encontrarán el miedo en la calle. Quien quiera imponer el silencio, tendrá enfrente al pueblo.

En estado de insolencia

forges011107Ya estamos curados de cualquier espanto. Se nos hace hasta cotidiano. Que en España hablar sale muy barato ya se sabía pero que se haya normalizado tal grado de descaro es el reflejo de una permisividad pasiva como sociedad que da buena cuenta de por qué estamos como estamos. Hace escasos días en un alarde de intelectualidad Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, quiso vestirse de Kant en ‘Crítica de la razón pura’ y salió esto de su boca: “Tanto Twitter y tanta opinión… Hay gente que viene a pedir ayudas al Ayuntamiento para comer y resulta que tiene una cuenta en Twitter”. Esta perla la suelta una persona elegida para desempeñar un cargo público de representación de la población que con esta cita para enmarcar, por anecdótica y simple que parezca, desprende un mayor trasfondo. Lo que está diciendo es vosotros, los parias, dedicaos a sustentaros y a sobrevivir como podáis que para opinar ya estamos nosotros. Esa señora, por llamarle de algún modo, fue la misma, sin embargo, que no dudó en vanagloriarse de ofrecer 28 nuevos puntos de wifi gratuitos en la ciudad y que, a buen seguro, se autocalificará como demócrata de toda la vida.

En la esfera política abundan los casos donde la impunidad de las palabras se pasea como una constante. Entre los numerosos ejemplos permanecen como destacados en mi memoria una serie de auténticas delicatessen: Frente a las penurias económicas citadas por Esperanza Aguirre o por Guillermo Collarte pasándolas “bastante canutas”, cobrando más de 5.000 euros, se presenta Eduardo Zaplana y su “estoy en política para forrarme”, la gestión de los momentos importantes con Ángel Acebes  y “ha sido ETA y quien diga lo contrario es un miserable”, Mariano Rajoy y sus “hilillos de plastilina” o José Luis Rodríguez Zapatero de visionario con “es probable que lo peor de la crisis haya quedado atrás” y las cuatro fantásticas con María Dolores de Cospedal al mando con “los votantes del PP pagan la hipoteca aunque tengan que dejar de comer”, Ana Botella de segunda capataz con “los mendigos son una dificultad añadida para la limpieza de Madrid”, Carmen Calvo con su habilidad de la transparencia ya que “el dinero público no es de nadie” y Rosa Díez y su poder de transformación con “hay que regular el derecho a huelga”. Al final va a resultar que lo mejor es refugiarse en la filosofía de José Blanco: “Estamos mal pero menos mal que estamos”.

También los hay en el campo de la información los que se presentan como defensores de la libertad de expresión. Su defensa, en nombre de la bandera del periodismo, sin embargo, se reducirá conforme al mantenimiento de unos valores para no alterar el status quo y a la libertad de expresión, sí, de su capital. El auténtico tótem es Francisco Marhuenda aunque no sé si siquiera calificarle como periodista. Dejémoslo en vocero. Un tipo que en una entrevista pregunta con tono insidioso “si usted no tuviera trabajo, ¿preferiría estar en paro o tener un minijob?” demuestra no tener el mínimo de decencia periodística. Otro que tal baila y nunca mejor dicho es Federico Jiménez Losantos, comunista reconvertido a conservador recalcitrante, que un día se le ocurrió soltar en el aire con el tono de la canción María Isabel esta versión: “La valla estaba repleta, por eso yo la salté, y luego poli de Ceuta me ha invitado a canapé. Cógete pañuelo, póntelo, vamos para España, que da pensión”. Tan respetuoso como Carlos Herrera, que definió a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca como “cuadrilla de energúmenos”, como Carlos Cuesta, ese moderador modélico lanzando bolígrafos a los invitados para que estos se callen o como Eduardo García Serrano y sus calificativos poéticos de “puerca, guarra y zorra repugnante”. Cabe nombrar también a los responsables de las principales cabeceras ya sea Pedro J. Ramírez y su teoría de la conspiración sobre el 11M, que ya podía dedicar los mismos esfuerzos a pedir una investigación sobre la Transición donde se la colaron al pueblo español, o al sincero Juan Luis Cebrián clamando que “no podemos seguir viviendo tan bien” mientras se embolsa un sueldo anual de 8,2 millones de euros más variables. Para el final el trío peligroso de los ángeles de Charlie en versión periodística integrado por Carmen Tomás con “Los negros de Zimbawe, pues este año no reciben dinero”, Cristina López Schlichting como curandera de la homosexualidad en su programa e Isabel Durán con “El Gernika de Picasso es un ataque a la libertad”. Un ataque nos da a nosotros cada vez que tenemos que escuchar sandeces como éstas.

No sólo con las palabras se habla, los símbolos también expresan. Que se lo pregunten si no a los miembros de Nuevas Generaciones Jurado fotografiados en actitud fascista, los cuales no recibirán sanción alguna por su actitud ejemplar. Su presidenta nacional, Beatriz Jurado, eso sí, ha calificado de “bochornosa e indignante” la campaña que, según afirma, se está haciendo contra su grupo. Lo dice ella, que es muy de “entender a los del 15M, claro, pero más de trabajar que de gritar” mientras varios efebos de su organización se ríen en la calle de un señor estafado por las preferentes. Más que Nuevas pertenecen más bien a las Viejas Generaciones a tenor de declaraciones de responsables de su propio partido como Jaime Mayor Oreja y su “¿Por qué voy a condenar el franquismo si representaba a la mayoría de la sociedad?” o “si durante el franquismo hubo condenados a muerte fue porque se lo merecían” del alcalde de Baralla (Lugo), Manuel González Capón. En otros países frases y actitudes como éstas son incompatibles con ejercer un puesto político de representación pública ya que para entender la democracia como democracia hay que declararse antifascista. Así, mientras la bandera republicana ondeaba el pasado fin de semana en París como recuerdo de liberación de esa ciudad de la ocupación nazi, aquí se hacen homenajes a la División Azul. De lo que no tendrán dudas si se te ocurre sacar los pies del tiesto de su discurso uniforme será de hacerte merecedor del apelativo de perteneciente a la extrema izquierda y a los grupos antisistema cuando los más antisistema existentes son ellos pero esas prácticas que suelen utilizar se conocerán con el nombre de “chiquilladas”.