Bajo control

big_brother_is_watching_you_by_tea_bladezSólo pronunciar su nombre parece que hasta erotiza. Engrandece, ennoblece, eleva… Lo envuelve todo. Es una palabra enorme, que decía Benedetti. Libertad se hace llamar aunque ficción bien podría ser su apellido. A pesar de los profundos avances tecnológicos y de esa idea de modernidad asociada a la concepción del ser humano libre, todo es apariencia, todo está bajo control. Vivimos en el Gran Hermano y no es un programa de televisión. Si no que le pregunten a Obama (sería lo suyo que también le entregaran el Premio Nobel de Espionaje). Nos permiten votar, eso sí, en los términos que pauten, y que existan voces disidentes porque se saben dueños de todo con una estructura de poder acumulado que es tal que en caso de riesgo de alteración del sistema intervendrán de una manera u otra para que no se derrumbe el invento. A eso le llaman democracia. Si creías lo contrario, ve asumiéndolo. Estás bajo sus reglas de juego. No eres libre.

Aún así, tú te considerarás libre porque así te lo harán creer del mismo modo que presumiblemente supondrás que estás muy bien informado de lo que ocurre porque tú no eres tonto, porque sólo ves o lees la verdad más absoluta en tu canal o periódico favorito y porque a ti no te manipulan con esa propaganda comunista o de perroflautas. Sin embargo, en tu vida te habrás preguntado quiénes son los medios de comunicación, quiénes se esconden detrás de la emisión o el silencio de la información. Hazlo y podrás observar que la mayor parte del conjunto de los mass media obedecen los dictados de las grandes instituciones financieras, bancarias y familias de rango elevado que lo que están haciendo es presentarte el mundo conforme a como ellos quieren que lo veas para que así tú, que eres de los de abajo, asumas su mensaje y te formes e integres una concepción de la realidad basada en los intereses de esa clase dominante. Después del bombardeo mediático, empiezo a oír a alguno y a alguna decir que ya estamos saliendo de la crisis. Sin embargo, es escuchar al señor Montoro asegurar que “se atisba la salida del túnel” o al señor Botín decir que “es un momento fantástico, a España está llegando dinero de todas partes”, observar los datos que muestran que en el país hay un nivel de pobreza del 26% y que es uno de los Estados más desiguales de la Unión Europea y pensar que el dinero llega, sí, pero a su bolsillo.

Con razón podrás pensar que por mucho que digan o callen los medios, uno es libre de escribir o compartir en su red social lo que le venga en gana criticando al sursuncorda si es preciso pero hasta eso está basado también en relaciones de dominación. Es cierto que Internet ha redefinido las vías de hacer política donde las conexiones entre iniciativas de participación y acción ciudadana están muy presentes y que abre un espectro de conexiones globales ofreciendo facilidades para ello tanto de tiempo como de distancia  pero, detrás de esa falsa imagen de horizontalidad, está presente la configuración y acumulación de poder. Tal y como en los medios, donde las relaciones son de concentración máxima en manos de unos pocos a pesar de una falsa pluralidad, lo que mide el ciberespacio es la descentralización y la asimetría. Por un lado, están los intereses corporativos de las empresas que vigilan tus movimientos para obtener tus datos personales y así conocer a sus clientes para ofrecerles la publicidad de sus productos. Por otro, la mayor visibilidad de los mensajes de los actores preponderantes tales como corporaciones, partidos políticos o responsables y caras reconocidas de los medios en base a sus mayores recursos económicos, influencia o poder que les permiten ser los principales nodos comunicativos de creación de información para el resto de la población. Y es que si el mundo no es democrático, ¿por qué Internet ha de serlo?

De todo ello se desprende que, del mismo modo que se producen movilizaciones para defender la sanidad o la educación, también hay que exigir la garantía de una información de calidad que sea democratizada. Y es que, la información, la cual se supone un derecho, también ha adquirido el carácter de mercancía y es a través de esa rentabilidad económica cómo el gran aparato mediático define la realidad. La concepción de libertad que tenemos hoy es la libertad donde siempre ganan y pierden los mismos porque lo que quieren es que no pensemos y que, si pensamos, que lo hagamos del mismo modo que quienes manejan el cotarro para no alterar ni un ápice el funcionamiento del sistema. Mientras tanto, toca asumir esas condiciones e intentar colarse por las rendijas que deja el régimen para ofrecer batalla en la guerra ideológica teniendo presente que ese derecho informativo, al igual que la libertad, no es algo que nos vayan a regalar ni nos vaya a venir caído del cielo. Si te importa eso, ten presente que es algo que se ha de conquistar a través de nuestra condición ciudadana. Si no, puedes seguir dejando que te impongan su visión del mundo como a ellos les plazca.

Sus permisos, nuestra dignidad

ManipulaciónCuando uno se decanta por el periodismo ha de saber a lo que se enfrenta. Es un mundo, en su mayoría, dominado por las grandes corporaciones, ese conglomerado de familias, empresas y compañías financieras que dirigen a sus anchas cómo manejar los hilos de la información convirtiéndose así en dueños y señores de la misma. El fin no es otro que, a pesar de la apariencia de inocencia de la selección de ciertos contenidos y no de otros, la conquista del público así como la colonización de las conciencias individual y colectiva para depositar en ellas los valores que defiende ese estrato dominante, que para eso controlan la maquinaria. Es la democracia de audiencia que expone Bernard Manin. Es presentar la realidad como parte haciendo creer que es un total.

Buena parte de la población española ni siquiera conoce a alguno de sus cargos públicos más relevantes o a los principales representantes de países vecinos. Sin embargo, seguramente sí conocerán quién fue Hugo Chávez. “No me gusta, es un dictador”, dirán muchos de ellos. ¿Por qué? “Porque es un dictador, no hay más que ver cómo están allí”. Argumentos a tutiplén. Con todos los claros y los oscuros que suscita la figura del expresidente venezolano ya fallecido, Latinoamérica tiene hoy en día mucho más de democracia que Europa. Y, por el contrario, ésta última se permite dar lecciones. Lo que se está asistiendo como público es a la manipulación mediática y a la puesta en juego de intereses.

Esa cara oscura informativa en la que se enmarca la pugna ideológica define la política, que no es sino la lucha por el poder. Y es eso, precisamente, lo que tanto un compañero como yo sufrimos en nuestras propias carnes. Debidamente acreditados con sendos carnés de prensa (uno de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y otro del periódico Diagonal), nos presentamos en la sede del Partido Popular de La Rioja para cubrir una rueda de prensa, a la cual se nos negó dejar asistir bajo el pretexto de no estar convocados a la misma por el PP no fuera a ser que resultáramos demasiado incómodos. Sí, son los mismos que hablan de transparencia mientras ofrecen comparecencias a través de pantallas de plasma y niegan el derecho a los periodistas de realizar preguntas. Ante ello, decidimos desobedecer y entrar por entender que aquello constituía una falta de respeto absoluta hacia la profesión aunque para cuando lo hicimos la intervención ya había finalizado.

Esta entrada no tiene afán de convertirse en relato de batalla personal sino en poner de relieve la enésima prueba de una estructura de transparencia sesgada donde una cosa es la ficción de boquilla que nos rodea y otra la realidad que acontece. Quienes concebimos la información como un derecho y no como un negocio en manos de traficantes entendemos que es algo que debe ser exigido desde la base de la ciudadanía ya que ésa es condición indispensable para un modelo informativo que sea garante de democracia. No cabe plantear que esto vaya a ser ningún regalo ni concesión al uso sino que de lo que se trata es de exigir y presionar desde abajo en lo que se configura como una conquista social. Son sus privilegios frente a nuestros derechos. Son sus restricciones frente a nuestra libertad. Son sus permisos frente a nuestra dignidad. Ésa es la lucha.