Sísifo o el sueño que no cesa

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*Publicado en Diario La Rioja

Los debates con la familia en Nochebuena se presentan apasionantes tras las elecciones del pasado domingo. El cambio en la composición establece el Parlamento más fragmentado desde 1978 y arroja la incertidumbre de un puzzle de complejo encaje siendo la primera vez tras los comicios que no se sabe a ciencia cierta quién será el/la presidente/a cabiendo la posibilidad incluso de una nueva convocatoria electoral. Se inaugura una nueva etapa. Es el fin de los decretos a golpe de rodillo de la pasada legislatura y la hora de la política con mayúsculas.

El PP puede presumir de haber ganado, pero siendo la primera fuerza con el número de escaños más escaso de la historia. Por su parte, el PSOE, que hace cuatro años dijo que había tocado suelo, ha cosechado su peor resultado. Mientras, Podemos irrumpe con fuerza, pero no alcanza el segundo cajón, ante lo que cabe preguntarse hasta dónde hubiese llegado una candidatura de confluencia como en las elecciones municipales en lugar de haber antepuesto las siglas. Por último, Ciudadanos, a pesar de los diputados obtenidos, no alcanza las expectativas de las últimas semanas, donde alguien debería quizás dar una explicación del hinchamiento de encuestas al respecto.

Se podrían escribir ríos de tinta sobre estos partidos, pero el pilar fundamental de esta tribuna versa sobre Izquierda Unida-Unidad Popular. En política, como en la vida, hay que ser honestos y los resultados de IU-UP son de insatisfacción porque no se han cumplido los objetivos ni específicos de contar con grupo parlamentario propio (a pesar de haber sido elegidos como diputados personas de IU que integraban la candidatura de En Comú Podem y En Marea) ni generales porque, aunque sale tocado, se sigue sin vencer al bipartidismo.

La cara de contención el domingo por la noche de Alberto Garzón, que ha realizado una campaña brillante quebrando fuera de foco un guión escrito para cuatro, no distaba mucho de buena parte de las personas en la sede de IU La Rioja entre las que se encontraba la mía propia. Duele por la capacidad y la dignidad de un candidato que intentó hasta el final la confluencia, por el esfuerzo y la pasión de estos últimos días y por el trabajo diario en las instituciones y las calles.

Es cierto que la Ley Electoral (a IU-UP cada diputado le ha costado 454.012 votos, frente a los 57.692 del PP, es decir, ocho veces más), el voto rogado (acordado por PP, PSOE, PNV y CiU), la llamada al voto útil o la exclusión de los principales debates electorales han influido mucho, pero los análisis deben ser rigurosos en su conjunto y no limitarse a tirar balones fuera. Habrá que reflexionar sosegadamente, evaluar lo ocurrido, corregir lo que no funciona, acometer una renovación y definir claramente cuál es el rumbo. Qué se quiere ser, adónde se quiere ir y cómo se quiere hacer.

Quizás se falló en las elecciones europeas con la candidatura, quizás se actuó con lentitud ante la tensión de la federación de Madrid y quizás la regeneración tardía (no confundir con el lifting de otros partidos) no sirvió para compensar la falta de ambición previa. Puede que todo ello haya pasado factura, pero no es momento ahora de anclarse al pasado. Toca aprender de estas elecciones, extraer conclusiones y mirar hacia Cataluña y Galicia, que han sido ejemplo de unidad popular y constituyen el camino como instrumento de cambio para derrotar efectivamente al bipartidismo.

La disyuntiva es entre si queremos seguir manteniéndonos en el mito de Sísifo sustituyendo la piedra por un porcentaje o pretendemos plasmar en la realidad ese sueño constante que es erigir una alternativa con opciones a todo. Es decir, consolidar el voto o conformar la mayoría social. La catarsis o la sangría que advertía Anguita. Para ello es necesario repensar la izquierda en la nueva configuración del espacio político porque el PP, con su corrupción legal e ilegal, sigue siendo el más votado en el Congreso y ha obtenido mayoría absoluta en el Senado.

Gracias a toda la gente por confiar, por los ánimos, por estar. Aún queda mucho por escribir, para lo que es necesario continuar sin rendirnos en la pugna por un nuevo proyecto de país porque la lucha es el único camino, como han demostrado las trabajadoras sociales en el Ayuntamiento. No hay tiempo para la tristeza. Mañana hay que seguir tendiendo puentes entre organizaciones, colectivos y movimientos y trabajando para seguir construyendo la transformación hacia una sociedad más justa y democrática.

Hipocresía y pandereta

thumb_medium-2095685*Publicado en Rioja2.com

Hacía meses que no tecleaba por estos lares. Hay una justificación para ello y no es que me haya perdido en las fiestas de algún pueblo o que aún siga celebrando San Mateo. Cuando se tienen varios frentes abiertos hay que cerrarlos poco a poco para seguir avanzando. Este verano ha ido destinado a finalizar de escribir un libro del que pronto habrá más noticias. A veces es necesario alejarse para regresar con más fuerza y en el periodismo, como en la vida, el escapismo debería ser obligatorio. Espero poder compensarles con unas líneas más irreverentes que Ignatius Reilly en ‘La conjura de los necios’. Dispóngase a leer la anatomía de un diagnóstico, eleve el volumen de sus altavoces con Keny Arkana por ejemplo sonando en ellos y sírvase una copa. A ésta invita Rato con su tarjeta.

El brote de ébola, aparte de servir para sacarnos de nuestra comodidad de miras, ha puesto de manifiesto que el Partido Popular es tan peligroso como el propio virus. Son la personificación con causa de la Ley de Murphy. Desmantelan la sanidad pública para hacer negocio con la privada, niegan la formación que demandaba el personal sanitario tiempo atrás para abordar este tipo de casos para finalmente admitir ante la Unión Europea “relajación en algunos procedimientos”. Luego, eso sí, aupados por sus palmeros autómatas y determinados medios de comunicación, que enterraron años atrás la dignidad de la profesión, defienden hipócritamente su gran modelo de gestión.

Sólo así se puede explicar la rueda de prensa (por no llamarle tragicomedia) de Ana Mato, que si no vio lo del Jaguar en su garaje está como para ver una crisis de tal calado. Mención aparte merece la soberbia y la insensibilidad mostrada por Francisco Javier Rodríguez, consejero de Sanidad de Madrid, criminalizando al eslabón más débil, la enfermera, para ocultar responsabilidades repitiendo episodios anteriores como el del Prestige o el Yak-42. Son inútiles (no como insulto sino como por desgracia lo que les define porque no sirven para estar al frente) pero, además de ello, son cobardes. La guinda la han puesto sacrificado a Excálibur. El año que viene es una buena ocasión para sacrificarles a ellos en las elecciones.

Si el PP es la inyección letal, el PSOE es placebo. Ya está aquí de nuevo la retórica del cambio. ¿Colará otra vez la de hacer la envolvente? Pedro Sánchez, elegido como nuevo secretario general, es de un espíritu renovador tan prominente que vota como consejero de la Asamblea de Caja Madrid la mayor emisión de preferentes, permite sin alzar la voz los desmanes de las tarjetas black o está a favor de reformar la Constitución de la mano con el PP para priorizar el pago de la deuda a la banca y sus intereses por encima de los servicios sociales. Tampoco es muy de debates. Trasquilado del que mantuvo en una cadena con Alberto Garzón y Pablo Iglesias sobre el modelo de Estado, él, inteligente producto de marketing cosmético, es más de llamar a Sálvame o acudir a El Hormiguero. Tanto en el PSOE como en sus votantes hay gente con valores. El problema es que su dirección dejó de tenerlos desde hace mucho.

Pocas cosas detesto más que quienes se suponen fuerzas políticas para el cambio o representantes de los trabajadores y trabajadoras metan la mano o se aprovechen de su cargo público para su beneficio privado. Gente como (in)Moral Santín por parte de Izquierda Unida o diferentes representantes de UGT y CCOO vivían a todo tren a la par que se salvaba a Bankia y se desahuciaba a miles de familias. Los sinvergüenzas que se ocultan bajo esas siglas no hacen justicia a la honradez de la militancia de IU que se parte la cara en las calles y las instituciones y al conjunto de afiliados sindicales que sí representan el espíritu de Marcelino Camacho pero o caen esos corruptos y los responsables políticos de transigir con ellos o la credibilidad de estas organizaciones se verá envuelta en un ambiente de lodazal. No es ser de izquierdas ni de derechas ni de UPyD. Es ser decente.

El cocktail viene acompañado del olor a naftalina del Día de la Fiesta Nacional de España (antiguo Día de la Hispanidad en el franquismo), que trata de evocar a base de grandilocuentes recuerdos y de emociones exaltadas la magnitud de nuestra historia relacionándola con el descubrimiento del nuevo continente. Lo que seguramente no digan las altas instancias de nuestra excelencia patriótica es que lo que en realidad ocurrió en América Latina fue una invasión a modo de conquista colonizadora en la que se produjo el saqueo de sus riquezas, la esclavitud de su población y el exterminio de millones de indígenas, tal y como reflejan los textos de Bartolomé de las Casas o Eduardo Galeano. Nada hay que celebrar ante un genocidio de esa dimensión.

Quienes se limitan a festejar las victorias de la selección española, quienes están en contra de los vascos, catalanes o gallegos o quienes se dedican a soltar las soflamas con las que nos inundan periódicamente en pro de la unidad sólo muestran su puro patrioterismo de pandereta. Patriotas de pacotilla son gente como Jordi Pujol (en treinta años no pudo encontrar un hueco para regularizar su situación fiscal), la orden del sacerdote repatriado con ébola tristemente fallecido (tener una SICAV de 4,38 millones de euros es de un humanismo cristiano desbordante) o el difunto Emilio Botín (ensalzado como hombre “comprometido con su país” dando prueba de ello con sus miles de millones en Suiza). Patriotas de verdad son personas como las que componen la marea blanca defendiendo lo que es de la ciudadanía o concretamente como Teresa Romero, que se lo jugó todo para atender a quien lo necesitaba para luego ser vilipendiada por los responsables de Gobierno. No vale sólo hacer gala de una bandera. Los principios se demuestran con hechos.